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ESTILO INDIGENISTA

El movimiento indigenista artístico se dio especialmente en Perú, Bolivia, Ecuador y, por supuesto, México con características distintas pero también similares. La principal de estas últimas es que en las cuatro naciones el objetivo fue la reivindicación social de las comunidades autóctonas y la revalorización de sus tradiciones culturales. Indígenas con trajes ancestrales, sus pies descalzos, manos ásperas, ojos brillantes y facciones toscas fueron, desde los años 20, los protagonistas en el arte latinoamericano. Surgieron, con todo su colorido y desesperanzas, impulsados por los movimientos sociales que trajeron dos revoluciones radicales y lejanas una de otra: la mexicana y la rusa.

El movimiento indigenista artístico se dio especialmente en Perú, Bolivia, Ecuador y, por supuesto, México con características distintas pero también similares. La principal de estas últimas es que en las cuatro naciones el objetivo fue la reivindicación social de las comunidades autóctonas y la revalorización de sus tradiciones culturales. Otra fue que en su mayoría, quienes lo desarrollaron fueron hombres de clase media y blancos, alejados social y culturalmente de estas realidades pero conscientes de esta disyuntiva. Todos ellos presentaban al mundo indígena como un paradigma de la nacionalidad auténtica, como el origen de una cultura nacional.

EXPONENTES DEL INDIGENISMO

  • OSWALDO GUAYASAMIN

Pintor, dibujante, muralista, escultor. Nació en Quito el 6 de Julio de 1919. Murió en Baltimore, Estados Unidos, el 10 de marzo de 1999. Hijo de José Miguel Guayasamín Corredores de origen Kichwa, quien trabajaba la carpintería y, más tarde, como taxista y camionero, por lo que se ausenta durante largas temporadas de su casa. Su madre, María Dolores Calero era mestiza. La familia vive en una gran miseria y Oswaldo fue el primero de diez hijos.

Estudió en la escuela de El Cebollar. Posteriormente, a pesar de la oposición de su padre, ingresa a la Escuela de Bellas Artes de Quito y, en 1941 se gradúa como el mejor alumno, obteniendo el título de Pintor y Escultor, tras haber seguido también estudios de arquitectura. En 1942, viajó a Estados Unidos y México. Fue Vicepresidente dela Casa de la Cultura Ecuatoriana y, en 1971 le designan Presidente de la misma institución cultural.

Miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid. Presidente Electo de la reunión constitutiva de la Asociación Latinoamericana de Derechos Humanos. Crea la “Fundación Guayasamín”, como patrimonio del Ecuador y le dona sus obras y sus colecciones de arte. Recorre casi todos los países de América y más tarde visita España, Francia, Italia, Checoeslovaquia, Unión Soviética, China y otros lugares del mundo.

OBRAS

Ataúd Blanco

En esta obra el autor retrata la terrible situación en la que una familia debe enterrar a su hijo. En este sentido se puede destacar que constituía una costumbre en épocas anteriores que el entierro de los niños fuera en un ataúd blanco, lo cual era un símbolo de pureza debido a la vida corta que tuvieron. De igual modo los ataúdes eran decorados con pan de oro. No obstante, las familias indígenas al no poseer recursos económicos, realizaban este tipo de entierros con el papel brillante de las cajetillas de cigarros. Fue con esta obra que Oswaldo Guayasamín obtiene el Gran Premio de la III Bienal Hispanoamericana de Arte, en el año 1955.

Las manos de la protesta

​En su colección “La Edad de la Ira”, Guayasamín realizó pinturas trascendentales, entre las cuales se destaca la serie “Las Manos”, y dentro de esta serie la pintura referida a “la protesta” resultó ser de vital importancia, debido a que resume la actitud del ser humano frente a la injusticia. En este sentido, la injusticia representa unas manos insaciables de unos pocos, frente a la mayoría de la humanidad que sólo tiene unas manos de mendigo. De igual modo, la obra representa la marginación de los grupos sociales vulnerables dentro de la sociedad, por lo que la única alternativa sería la protesta.

El guitarrista

En esta obra el pintor resume el dolor permanente y el sufrimiento de los pueblos gitanos, que transitan como nómadas por el mundo. Por medio de este cuadro, se persigue exteriorizar con el canto un poder desgarrador lleno de lamentaciones. De igual modo, se puede interpretar la presencia de un ritmo flamenco que nace del pecho del músico gitano y que al salir al entorno que lo rodea evidencia tragedia y dolor.

Lágrimas de sangre

Este cuadro el pintor lo dedicó de manera especial a tres personajes chilenos hacia los cuales sentía una profunda admiración. Estos personajes eran, Salvador Allende, Víctor Jara y Pablo Neruda, este último era un gran amigo del pintor ecuatoriano. El cuadro constituye una reacción a los acontecimientos que significaron el periodo de la dictadura militar de Augusto Pinochet en Chile.

La Marimba

El autor en esta obra representó la danza y música del pueblo de la provincia de Esmeraldas. Esta comunidad catalogada como afroecuatorianos, danzan al ritmo de los tambores para ahogar sus penas y alegrar el alma.

Madre y niño

En esta obra se puede apreciar una temática que fue recurrente en la carrera del pintor. En este sentido, el retrato de madres y niños juntos, se transformaría en la representación más grande del amor. En relación a este cuadro en específico se puede decir que ha sido considerado como el precursor de una colección posterior, a la cual el pintor denominaría “Ternura”, que fue dedicada a su madre en particular y a todas las madres en el mundo. Esta obra representa el profundo amor que sentía Guayasamín por su país, de manera especial por la ciudad donde nació.

Los niños muertos

En este cuadro su autor describe un hecho que marcó su vida. Al respecto se puede decir que con el edad de 13 años Oswaldo Guayasamín vivió el periodo conocido como la “Guerra de los Cuatro Días”, donde uno de sus mejores amigos, manjarrez murió producto de una bala perdida. Esta muerte sin sentido, dejó una profunda huella en el pintor, lo cual expresó a través de su obra.

Los trabajadores

En esta pintura su creador relata a un grupo de personas que regresan de un largo día de trabajar la tierra. Se puede apreciar que las personas están descalzas, con apenas las herramientas necesarias, lo cual pone de manifiesto las condiciones de precariedad que tenían los campesinos en aquella época para trabajar y que en la actualidad aún está vigente dicha situación. Por otra parte, también se puede apreciar la fortaleza y la solidez de la raza indígena.

EXPONENTES DEL INDIGENISMO

  • EDUARDO KINGMAN

Connotado pintor, dibujante, grabador y muralista Lojano, Kingman es considerado uno de los maestros del expresionismo ecuatoriano. En sus cuadros impregnó el realismo social.

Nació en Loja el 3 de Febrero de 1913. Fue hijo de un médico norteamericano que trabajaba en las minas de Portovelo y de la lojana Rosa Riofrío. Desde muy joven vivió en Guayaquil con su madre y hermanos, luego viajó a Quito para inscribirse y estudiar en la Escuela de Bellas Artes.

Su primer trabajo como pintor y naturalista lo efectuó en una de las paredes de la hacienda "La Granja", propiedad de Benjamín Carrión. El gran maestro de las artes plásticas conquistó fama continental por notables obras como: Los Guandos, El Obrero Muerto, La Hora obscura, La Muda de la flor, Mundo sin respuesta, entre otras.

Participó en muchísimas exportaciones y galería de arte en algunas partes del mundo. Por su brillante carrera se hizo acreedor a los premios: el Carbonero, Gabriela Mistral y Eugenio Espejo. Kingman es el pintor de las manos, a decir de sus colegas y entendidos en el arte. Nadie como él supo encontrar en ellas, toda la simbolización de los más variados sentimientos humanos: angustia, ternura, piedad, ira, impotencia e injusticia. Su profundo humanismo irrenunciable compromiso de luchador incansable por las nobles causas a través de la denuncia de su arte visual, concebido desde una conceptualización filosófica y percepción existencialistas de signo trascendente y reinvindicador de la dignidad de derechos y libertades del ser humano, es reconocido también. Murió el Jueves 27 de noviembre de 1997, a los 84 años de edad.

OBRAS

La Hora Oscura

Es una denuncia del autor hacia el maltrato recibido por los indígenas en las haciendas, donde aquellos que tenían poder golpeaban al ser humano. En esta pintura se ve de fondo algunas máscaras que observan al indígena desnudo, atado y con muestras de haber sido azotado.

Mujeres y Santos

​Expresa la religiosidad del pueblo ecuatoriano, en particular delas mujeres. En la pintura de Kingman el color realza las expresiones de los rostros, en este caso, tristes, silentes y centrados en sus oraciones. Se pueden apreciar los elementos como la vela, el santo, las mantas, que aún en la actualidad se utilizan en los distintos pueblos. Kingman era observador de los detalles, de las expresiones, de los gestos y del entorno social y cultural, y eso lo plasmaba a través de sus trazos, colores, sombras, dando como resultado extraordinarias obras.

Fin de Fiesta

En esta pintura Kingman hace referencia a la situación vivida por muchas mujeres del pueblo, que luego de una festividad deben esperar, junto a sus hijos a que sus esposos se recuperen de los tragos bebidos, de la embriaguez y de las resacas. Esta obra expresa con detalle las costumbres en los pueblos. En ella se percibe la desolación, el silencio y el desgaste que queda después de una festividad, donde la mujer y sus hijos sólo observan lo frágiles que somos los seres humanos ante los efectos del alcohol.

La Hora Oscura

Es una denuncia del autor hacia el maltrato recibido por los indígenas en las haciendas, donde aquellos que tenían poder golpeaban al ser humano. En esta pintura se ve de fondo algunas máscaras que observan al indígena desnudo, atado y con muestras de haber sido azotado.

BIBLIOGRAFIA:
  • Escajadillo, T. G. (1999). El relato indigenista en las paginas de" Amauta". Revista de crítica literaria latinoamericana, 25(49), 177-197.

  • Cueva, A. (1978). En pos de la historicidad perdida (Contribución al debate sobre la literatura indigenista del Ecuador). Revista de crítica literaria latinoamericana, 23-38.

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